En la consulta de Puericultura, la pediatra levanta a Malku en una flexión y lo deja caer hacia atrás. Él abre los brazos para amortiguar la caída. Las alas son manos abiertas cubiertas por patagios.
—Conserva este reflejo de cuando vivíamos en los árboles —lo toma y lo vuelva a soltar.
Me ordena sentarme sobre una superficie dura para cicatrizar más rápido, pero mi herida es más arriba. No hay silla para esta herida. La mandíbula y el coxis son los extremos de la cuerda del dolor que pasa cerca de mi otra herida. Recordé que hay un corazón alado que lleva una corona de fuego y sigue viviendo en los árboles.