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El Oro y la Plata

Father, did you bring me the silver?

Father, did you bring me the gold?

What did you bring me, dear father

Keep me from the gallows pole?

El oro se hizo barro en las manos del pueblo, no en las manos del rajá. La enfermedad de mi padre comenzó cuando el bateo del oro en los depósitos aluviales del llanto genealógico solo arrojó sobras, restos, añicos, pedacitos. Dentro de él nacieron piedras que sí pesaban de los sedimentos acumulados a ritmo de hebdomadario de la perversidad estatal. Nombraron los años, y debieron nombrar los meses, las semanas y los días. El nefrólogo nombró sus piedras: oxalato cálcico y fosfato cálcico. En el refucilo de las cola del Oro y la Plata, de la mano apretada de mi padre, me bifurcaba: 79, lagarto, blando, amarillo, brillante, amanecer, aurum, Au o 47, pájaro, maleable, blanco, brillante, argentum, Ag. Si alguien decía oro, yo pensaba en el antílope dorado del sermón animado de la tarde: no seas avariciosa. Si alguien decía plata, pensaba en la adivinanza de lectura entonada en la escuela: oro parece, plata no es, quien no lo adivine bien bobo es. El antílope sacudía sus patas traseras y hacía brotar el oro. La adivinanza remitía al plátano. Auri sacra fames, el Estado. Un juego de té y una cubertería sacaron la cara por la familia. Mi madre lustró la poca plata con pasta dental y un trapo. Lustró el oro con agua tibia y jabón.

¿Y tus dormilonas? preguntó antes de irnos no me digas que las botaste.

Se me cayeron en el baño de la escuela.

Vaya, estás en la bobería, chica.

El oro nace en condiciones extremas, en el útero colapsante de las supernovas. Solo se vuelve soluble cuando se expone al cianuro, al dolor, a lágrimas de agua regia. La plata nace en los filones hidrotermales como parte de otros minerales o como plata libre.

Me interesa el anillo déjeme verlo ¿Esto es un brillante?

Sí, pero muy pequeño. Si usted lo observa bien, pero solo con los ojos, verá que es pobre su pulitura y pobre su simetría, que produce destellos borrosos. La luz que entra en él sale mal dirigida, no la retiene, escapa fugaz. A buena vista, solo verá corazones y flechas, mala señal para el tasador. Buena señal para el sentimiento. Es un regalo de mi madre.

Déjeme tasarlo y le doy un precio. Puedo darle un poco más, este lo quiero para mí. Dígame una cosa: ¿estos de aquí son rubíes?

Sí, y también le prevengo,son insignificantes, no vienen de la Península de Malaca o de Tanzania. Son solo tres chispas rojas diminutas: mi padre, mi madre y yo, una metáfora sin otro valor.

Pero son rojos, y brillan. Me gustan mucho.

Es un regalo de mi madre, no lo vendo.

Vaya compadre, ¿te vas a poner sentimental ahora? ¿Tú no quieres comprarle una bata a tu hija? ¿Tú no quieres comprarle una bata a tu hija? ¿Tú no quieres comprarle una bata a tu hija?

Llegamos a casa con los bonos. Mi madre llegó después esa tarde con dos jabas de baratijas y oropeles para las tres. Para mi padre nada. Mi abuela escondió las dormilonas.

Si hubiéramos tenido la Welcome Stranger nos hubieran dado un Lada o un Moskovitch.

Mother, did you bring me the silver?

Mother, did you bring me the gold?

What did you bring me, dear mother

Keep me from the gallows pole?

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