¿Puedo escribir hoy el epílogo de Maternidad Obrera? ¿Llegó el momento de cerrar la historia y con ella este blog o este libro? ¿Podría hacerlo sin mis diarios? ¿Podré regresar alguna vez a mi país a traerlos de vuelta conmigo? Si fuera a hacerlo, es desde aquí, habiendo dejado 41 años de vida atrás, que puedo cerrar Maternidad Obrera.
Maternidad Obrera fue escrito con dolor, sufrí mucho escribiéndolo, al momento de mis apuntes de diario, en 2001 y 2002. Hoy, cuando comienzo a pensar en cerrarlo, el dolor aflora nuevamente. El dolor siempre ha estado ahí. Es un texto fragmentario de escritura que hubo nacido sobre una cama de hospital en el momento álgido de la transparencia psíquica de la matrescencia.
¿Cómo se ama en un sistema totalitario? ¿Cómo aman los seres humanos en represión? ¿Se retuerce el amor? ¿Cómo se ama sin libertad de expresión? ¿Cómo se ama bajo la restricción o hasta la anulación de la libertad individual? ¿Bajo estas circunstancias puede el camino del amor devolvernos la humanidad? ¿Qué sucede cuando eliges amar a alguien, ambos mutilados por el poder, ambos parte de una generación invisible? ¿Estás retando al poder? ¿El poder es un eco que por más lejos te llega igual?
Un nadador frenético, siendo el más capaz y rápido, penetra al interior de un óvulo. Así se narraba el comienzo de la vida cuando comencé a escribir mi embarazo en el año 2001. Hoy sabemos que el óvulo no es un cuerpo dócil. El óvulo, aunque no tiene movimiento propio, se desplaza al encuentro del esperma impulsado por los cilios en las trompas, dejando el rastro imperdible de sus quimioatrayentes.
(in progress)